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La telemedicina y la teleconsulta permiten reducir los costes de la asistencia sanitaria y mejorar la atención a los pacientes, con una medicina más preventiva y personalizada, según los organizadores de las IV Jornadas eSalud Asturias, un encuentro multidisciplinar que reúne en Oviedo a más de 200 profesionales de la eSalud que cuenta con el aval de la Asociación de Investigadores en eSalud (AIES).
La telemedicina está creciendo a un ritmo anual del 18% en Europa y Estados Unidos, según la consultora Mordor Intelligence, que prevé que facture 66.000 millones de dólares en 2021, con un desarrollo más elevado del ámbito de la conectividad. Esta cifra se eleva a 113.000 millones en 2025 según estima la consultora Grand View Research. En cuanto a la teleconsulta, “es una de las grandes apuestas de las aseguradoras en España y, de hecho, durante las jornadas se presentan los resultados de algunas de las iniciativas que se han creado en los últimos meses”, según Ignacio Fernández Alberti, coordinador de las mismas y director Salud Social Media.
Los principales beneficios de la telemedicina son la extensión de la atención sanitaria especializada a zonas situadas a grandes distancias de los centros de referencia y el ahorro de costes en desplazamientos, urgencias y hospitalizaciones. El Principado, asegura, “es una de las comunidades en las que más se desarrollado la telemedicina”, añade Fernández Alberti, en concreto en teleoftalmología y teledermatología. En cinco años del programa de teleoftalmología se consiguió un ahorro de 152.000 euros y una reducción de derivaciones innecesarias al especialista del 98,6% en 2014, según un estudio publicado el pasado mes de septiembre en la revista Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología. También existen proyectos de telerradiología, para permitir a los profesionales acceder a todas las pruebas de imagen realizadas a los pacientes y sus informes, y teleictus, para conectar a los médicos de hospitales comarcales con los neurólogos de centros de referencia.
Por parte de la iniciativa privada, cada vez hay más empresas que tienen soluciones de telemedicina y teleconsulta, apunta Jorge Díaz, coorganizador y presidente de la Asociación RenovAcción Asturias. Así, una startup asturiana, We Doctor, ubicada en el Parque Científico y Tecnológico de Gijón, ha sido premiada por la EFHRE International University por su aportación en telemedicina en enfermos con dolor crónico.
Desarrollo de wearables
El crecimiento del mercado de dispositivos vestibles, o wearables, está propiciando también una asistencia sanitaria a distancia mucho más preventiva, según Carlos Mateos, director de la agencia de comunicación COM SALUD y vicepresidente de AIES. El año pasado se vendieron en el mundo 102 millones de wearables, según la consulta IDC, lo que supone un 25% de crecimiento con respecto al año anterior. “Con la progresiva implantación de los wearables estamos teniendo una gran cantidad de población monitorizada en su salud, la mayoría personas sanas que controlan sus factores de riesgo, pero también enfermos crónicos cuyas variables están medidas en todo momento, visitan menos el centro de salud u hospital y sufren menos episodios de crisis”.
Diabéticos y pacientes cardiovasculares son los principales colectivos que se benefician del uso de wearables, pero cada vez son más las patologías en las que están demostrando su utilidad. Así, el Programa de Evaluación Remota de la Enfermedad y la Recaída-Sistema Nervioso Central (Radar-CNS por sus siglas en inglés), es un proyecto europeo con participación española, que está trabajando en la monitorización de afectados por depresión mayor, epilepsia y esclerosis múltiple con la utilización de tecnología wearable y teléfonos móviles inteligentes.
Sin embargo, “el gran desarrollo de la monitorización a distancia de pacientes crónicos y población en general se producirá cuando se integren estas grandes cantidades de datos (Big Data) en el historial electrónico del paciente”, asegura Carlos Mateos. Se trata de una iniciativa en la que están trabajando tanto aseguradoras y hospitales privados como administraciones públicas, como el Principado de Asturias, con el CIP, y la Generalitat de Catalunya, con la carpeta personal.